Sucede que no tenes los huesos de cristal. Pero la soledad día a día hace que tu corazón se marchite, y frágil, este propenso a romperse.
Con el tiempo, quien se acostumbra a vivir sin nadie se da cuenta que volver a sociabilizar es complicado. Nadie te enseña a conversar con los demás sin demostrar la inseguridad que la falta de compañía te genera.
Vivir en sueños. Soñar despierta. Esa es la manera de existir que tiene la soledad. Y es un derecho innegable optar por ese camino, aunque uno sabe que se arruina bastante la mente y el corazón.
Después, quizá, una sorpresa acontece. Y millones de sensaciones surgen en el alma, que se asusta. Provoca un shock eléctrico ante tanto desconocimiento. Poder acceder a la puerta de algo que nos cambiara la vida para siempre. Siempre y cuando sea el momento menos pensado.
Pronto.