Estoy vaciándome por dentro. Llevando al límite mi capacidad de salirme de mí misma... sacar las costras malolientes y cancerosas de mi alma. Buscando ese Paraíso interno... buscando hacer de lo que tengo algo mas bello, asumiendo que lo que está es. En ese proceso desintoxicante, frustrante, lleno de ansiedad, de altibajos emocionales, las memorias se ven sacudidas como cajones del mueble de las fotos en un terremoto hiper destructivo. No hay resistencia a que salten y caigan, se desparramen, se arruinen ... son mis recuerdos mas densos, mas profundos... esos que yo creí haber destruido, sepultado en otra parte fuera de mí, simple tarea del olvido. Errada estaba, la mente humana es dulce y perversa, siempre se convertirá en nuestra mejor enemiga si nos dejamos llevar por el embriagador y superfluo poder que nos otorga la capacidad de subestimarla.
Y después de todas las cosas que vi desde adentro, recordé con un pánico revelador como nunca abriste tu ventana. Como pudiste ocultarnos la luz del Sol.
En que agujero negro me metía y enceguecida buscaba amor...